La guerra es un conflicto
armado que ha tenido lugar en varios episodios de nuestra historia humana.
Estos enfrentamientos también han tenido variados efectos en el interior del
hombre, como la pérdida de identidad, influyendo principalmente en su mente; lo
que se refleja en su forma de hacer las cosas, en cómo lleva a cabo sus actos y
como visualiza su entorno.
A su vez, la guerra
produce que el hombre adopte una postura que lo hace actuar de forma impulsiva
y que no razone antes de llevar a cabo lo que tiene planeado, por lo que
nuevamente se ve la pérdida de identidad que surge. Incluso, si estas actitudes
avanzan se puede producir la enajenación, la cual recordemos que es la perdida
de la razón a causa de un sentimiento intenso y a su vez la pérdida de la razón
es la pérdida de identidad.
Y si acaso esto no se
desarrollara de esta manera ¿por qué se comienza a plasmar en obras situaciones
en las que el hombre está solo, pierde su identidad y se enajena de su entorno?
Si se oponen a este
razonamiento, están negando la realidad que se vivió en épocas pasadas, basadas
en la soledad, deshumanización y pérdida de identidad que experimento el ser
humano; también se encuentran presentes los principios de Freud del psicoanálisis,
que se centra en los procesos mentales y en que el hombre, en su fuero interno
se analiza y cuestiona, y las respuestas que obtenga las tratará de expresar a
los demás.
Debido a lo planteado
anteriormente, mi parte sostiene que las guerras producen la enajenación en el
hombre, ya que este comienza a actuar de manera abrupta y repentina, incluso
algo violenta, como lo son robar, matar y agredir, tanto a los demás como a uno
mismo.
Y junto con este factor
de la enajenación surge lo que en poesía se llama alienación, que también es
perdida de razón o sentido, por ende, también es pérdida de identidad o
personalidad.
Esta pérdida se produce
debido a que en situaciones críticas como son las guerras, la persona no es
dueña ni responsables de sus acciones y por lo tanto se ve solo impulsada a
realizar ciertos actos, tal vez impropios de su esencia como persona humana con
capacidad de razonamiento.
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