viernes, 17 de junio de 2016

La razón, el progreso y el avance tecnológico como la principal meta a la que deben aspirar los hombres SOFIA ACEVEDO CARRIZO

El avance tecnológico y la razón humana van en constante evolución y este progreso permanente es capaz de ordenarlo todo y otorgarle sentido a la existencia. Este es el fin primero del hombre, el desarrollar su mente y el uso de la razón como instrumento para ampliar sus conocimientos y simplificarse la vida dotando al hombre de bienestar y satisfacción. 

La capacidad de razonar es lo que nos diferencia de los animales y nos establece como "entes pensantes". Podemos definir como razón  al medio a través del cual el hombre puede identificar conceptos, cuestionarlos, hallar coherencia o contradicción entre ellos y así inducir o deducir otros distintos. Por lo tanto, la razón es el instrumento que nos hace libres de la oscuridad de la ignorancia y es fundamental que el hombre desarrolle esta capacidad y la perfeccione ya que la falta de conocimiento sobre nosotros mismos y sobre el mundo que nos rodea nos vuelve seres dependientes y vulnerables ya que no somos capaces de dimensionar lo que nos rodea, no tenemos control y nos encontramos a la intemperie de aquello que es desconocido.
Desde la antigüedad el hombre uso la razón para simplificarse la vida y obtener grandeza, el ejemplo más claro de esto es la Revolución industrial iniciada en el Siglo XVIII con el descubrimiento de la máquina textil por James Hargraves; este hecho provoco una secuencia de cambios que modificaron el modo de vida de las personas. Con el desarrollo de la industria manufacturera que llego a reemplazar a los antiguos métodos de producción agrícola, se redujeron los tiempos y costos de producción provocando una aceleración en la producción de bienes y un crecimiento económico que favorecieron a la sociedad ofreciéndoles nuevos suministros que les daban más comodidades.  Junto a estas nuevas comodidades surgía un nuevo modo de vida que requería nuevas necesidades; esto significa un ciclo que necesita un constante progreso y evolución. Finalmente se vuelve una necesidad del hombre el progresar, y esta necesidad es beneficiosa además ya que lo engrandece al obligarlo a perfeccionar su mente y usar la razón.
El ejemplo de Francia como país que en su afán progresista convirtió el campo en grandes centros comerciales y urbanizo su ciudad,  fue imitado y tomado como ejemplo por todos los demás países del mundo. Aunque esta necesidad surgió primero en Grecia, mucho antes alrededor del Siglo V A.C con los antiguos pensadores y filósofos que nos enseñaron la importancia del conocimiento.
El conocimiento es poder, y en este reside la fuerza de una nación ya que el hombre al vivir en sociedad comparte a los demás sus progresos y avances requiriendo además de su ayuda, ya que no somos entes independientes, sino que fuimos puestos en una sociedad y rodeados por un grupo humano del cual dependemos, ya sea este a nivel familiar, laboral o nacional. Un grupo humano sabio es aquel que recibe todos los descubrimientos y los proyectan para un bien mayor común; este conocimiento empodera a las naciones ya que provoca el surgimiento de un avance hacia el progreso sin límites; por lo mismo esta necesidad del hombre de progresar además favorece a la comunidad y se vuelve también en una necesidad colectiva.

Es necesario fijar este saber sobre bases éticas, morales, sociales y anímicas positivas; es decir que la motivación y el fundamento de la búsqueda del saber sea el saber en sí mismo como meta y no como medio para adquirir fortunas, a pesar de que el saber igual traiga como consecuencia secundaria fortunas; el saber más genuino establecido y enseñado en el Siglo V A.C por Sócrates fue aquel que se basaba en el reconocimiento de la ignorancia como el instrumento necesario y vital que nos abría las puertas del conocimiento. Es decir, que no sea la vanidad lo que motive la adquisición de saber, sino una genuina intención de ampliar nuestros conocimientos.

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